Persiguiendo una ambición by Rebecca Winters

Persiguiendo una ambición by Rebecca Winters

autor:Rebecca Winters
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2017-01-31T10:29:04+00:00


Rafael permaneció en el balcón contemplando el océano durante mucho tiempo después de que Mallory se marchara. Temía el enfrentamiento inevitable que tendría con su hija, pero era algo más lo que lo hacía permanecer allí.

Durante un rato estuvo observando el movimiento que había en la playa. Su corazón latía con fuerza mientras esperaba encontrar a Mallory con la mirada. Pero esperó en vano. Pasaron diez minutos antes de que él decidiera que ella debía haberse quedado a tomar el sol en el balcón privado de su habitación.

Rafael nunca había soñado con una mujer. Pero si permanecía allí fantaseando con su cuerpo bajo la luz de la luna y su melena…

–¿Rafael? –la voz de Lianor interrumpió su pensamiento–. Apolonia quiere saber cuánto vas a tardar.

–Ya voy.

–¿De veras Mallory quería decir lo que dijo? –preguntó con voz temblorosa.

–No. Se dejó llevar por el momento.

–¿Dónde está?

–Dijo que iba a tomar el sol.

–Apolonia cree que habéis estado solucionando el tema.

–Todo está arreglado. Mallory marchará a los Estados Unidos durante el entierro. Cuando Apolonia descubra que se ha ido, cuento contigo para que permanezcas a su lado. Dijiste que dejarías el trabajo y regresarías a casa. ¿O también te dejaste llevar por el momento?

–No –dijo Lianor–. Dadas las circunstancias, creo que lo mejor será que Mallory regrese a California por la mañana, antes de que Apolonia vaya a buscarla.

Eso era lo que necesitaba. Una separación fría. Algo definitivo.

Rafael sabía que sería lo mejor para su hija, sin embargo, de camino a la habitación de la pequeña, se le formó un nudo en la garganta. La encontró en el escritorio, bolígrafo en mano.

–¿Cómo vas?

–He escrito tres páginas –lo miró–. ¿Dónde está Mallory?

–No quería molestarte. Creo que ha ido a descansar un rato –no quería decirle la verdad para que no fuera a buscarla.

Apolonia dejó el bolígrafo sobre la mesa y se puso de pie.

–¿Vas a permitir que cuide de mí?

–No, cariño –le dijo, poniéndose a su altura.

La niña lo miró fijamente. El dolor fue directo a su corazón.

–La odias, ¿verdad?

–Para nada. Estoy seguro de que sería una buena compañera para ti, pero hay muchos motivos por los que no puedo permitirlo.

–¡No son sus motivos! Mallory dijo que quería cuidar de mí. No me mentiría.

–No es eso –la agarró de los brazos–. No podemos tener a alguien viviendo aquí, como hacía María.

–¿Por qué? –preguntó con los ojos llenos de lágrimas.

–Porque la gente hablaría.

–¿De qué?

–María era como una abuela. Mallory… no lo es –se sonrojó sólo con pensar en ella.

–¿Quieres decir que es como una novia?

Rafael se aclaró la garganta.

–Algo así, sí.

–Vaz me preguntó si era tu novia. Le dije que no. Me dijo que iba a llevarla a bailar.

–¿Ves cuál es el problema, cariño? Incluso Vaz se ha imaginado algo que no es.

–No me importa.

–Tiene que importarnos. Hay mucha gente que pensaría que Mallory no es una mujer decente porque vive en nuestra casa sin estar casada. Eso no sería justo para ella.

–María no estaba casada.

–Eso es diferente. No era lo bastante joven como para ser mi esposa, así que nadie pensó nada sobre ello.



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